Hubo una vez, un agradable pirata que navegó por los mares del Océano Pacífico. A este hombre de mar le decían “Manotas”, porque tenía dos grandes manos de titanio. Utilizó aquellas manos tan bien, que se pudo decir que había nacido con ellas. “Manotas” recorrió los pueblos más pobres de la costa, buscando el descanso y la paz. Pagaba un precio justo por los víveres y no robaba a los humildes pobladores. Además, colaboraba con los habitantes de la costa, llevando las cargas de alimentos y medicinas que comerciaban entre ellos. Los pobladores, querían tanto al pirata que siempre lo acogían a él y a sus marineros. “Manotas”, fue reconocido por sus acciones solidarias, razón por la cual el gobernante de aquellos territorios, decidió darle un premio por su ayuda y por su protección contra los piratas colorados de la calavera Real. En el día de su cumpleaños, un día martes, el rostro del pirata “Manotas” desbordó de alegría y su corazón latió aprisa. Porque el gobernador de “la ciudad ...

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