El
camino a la sabana
Era
mediodía cuando Ebú y Mená decidieron
detenerse, por fin encontraron un lugar agradable para descansar en la selva
africana. El pequeño Tromk se acercó a Mená para
coger la mejor ubre de su amorosa madre. Semar, la hermana mayor,
observó con agrado aquel momento de ternura y suspiró, porque muy pronto
llegará el tiempo en que tenga que formar su manada de elefantes y quizás ya no
vea más a su hermano y a sus padres, son aquellos ciclos de la vida que en la
selva siempre se dan.
Faltaba
muy poco para el atardecer, entonces Ebú llamó a Semar porque
quiso enseñarle a explorar el camino a la sabana. Padre e hija caminaron en
círculos, sin alejarse mucho de Mená y Tromk.
Miraron por todos lados, movieron sus grandes orejas para detectar algún ruido
extraño y también levantaron muchas ramas y arbustos del camino. De pronto Ebú se
detuvo, ¿qué pasó?, pues sucedió que a través de sus pezuñas detectó unas raras
ondas de sonido que viajaron por la superficie de la tierra. El elefante
inclinó su cabeza hacia el suelo, quiso saber exactamente quiénes estaban
originando aquel ruido pero no los reconoció, ¿quizás fueron otras manadas de
elefantes que estaban de camino a los meandros del “río azul”? ¿Qué habrá
sido?... Semar observó, interpretó y aprendió cada movimiento
que su padre le enseñó.
Así es Semar,
esto siempre se hizo de esta manera, es para evitar los peligros de la selva.
Mejor es saber con quiénes nos vamos a encontrar cuando lleguemos al “río
azul”. No somos los únicos, también van los rinocerontes, los leones, las
hienas, las jirafas y otros animales del bosque. Supongo que todos están bien,
aunque tengo una duda hija mía.
¿Por
qué padre? ¿Qué te preocupa?
Semar, me preocupa el ruido extraño que no
logré descifrar, tal vez mi padre no me enseñó qué era, o tal vez a mí se me
olvidó, no sé, pero suena muy raro, es desagradable.
No sabía que de
pronto se nos olvidan algunas cosas papá, pensé que teníamos buena memoria somos
elefantes ¿no?
Sí Semar pero
existen las excepciones a la regla, es extraño pero a veces sucede, ¿tal vez se
me adelantó la vejez?
No hagas bromas papá,
todavía te falta mucho.
Ya lo sabía hija,
solo bromeaba, pero me preocupé porque no pude adivinar qué cosa es lo que
sonaba de manera tan extraña, solo sé que eran cuatro, cinco o más seres, muy
pesados y feroces.
¿Cuatro
o cinco qué, papá?
No lo sé Semar,
pero pronto lo sabremos porque están muy cerca.
Ojalá
no sea peligroso papá.
Pierde cuidado Semar.
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