Siete
días después el pirata “Manotas” envió un mensaje a sus amigos, les dijo lo siguiente:
Voy a viajar por tres meses, debo visitar a mi amigo Orcón para pedirle un
consejo sobre un tema importante para mí. En el pueblo comentaron… ¿qué será lo
que Manotas tiene que decidir?, ¿Acaso sintió nostalgia y quiere regresar a su
pueblo? El barco pirata partió al mediodía, solo los niños lo vieron y se
asombraron, porque había algo nuevo y extraño en el barco de “Manotas”. Sucedió
que la nave brilló con muchos colores porque al parecer la coraza del barco
tenía incrustado oro, plata y diamantes muy hermosos. Nadie se había dado
cuenta de esto, solo los niños, es por eso que ellos regresaron al pueblo a
contar lo que habían visto. Y como era de esperar pocas personas les creyeron…
La mayoría de adultos del pueblo decían: - “Ah, los niños siempre piensan en
fantasías”. Luego de tres meses el pirata regresó, todos los habitantes de la
costa azul celebraron cuando “Manotas” llegó al puerto “Tres ventanas”. Esta
vez los adultos vieron los detalles del barco, no hay duda que es el más
hermoso pues aparentemente estaba adornado de piedras preciosas que se dejaban
ver, cada vez que el mar y la neblina lo permitían. Hasta que pasó lo que tuvo
que pasar, los pobladores querían saber ¿qué decisión había tomado “Manotas”
luego de su visita a su amigo Orcón? Ante tal interrogante el pirata Manotas
contestó: He
decidido quedarme aquí en el "puerto de las tres ventanas” por un buen
tiempo, esto lo hago como agradecimiento por todo el cariño que recibo de
ustedes y por el juramento que hice el día que recibí las llaves de la ciudad.
Todos sus amigos se alegraron, la gente comentó que era muy bueno que “Manotas”
los acompañara, porque así se sentían más protegidos…, pero entonces surgió la
siguiente pregunta: ¿Y dónde
guardará el pirata “Manotas” todos sus tesoros? ¿En algún lugar del pueblo?, -
Manotas no escuchó el comentario. Ninguno se atrevió a preguntarle directamente
al pirata “Manotas”, sin embargo algunos suponían que el pirata guardaría sus
tesoros cerca de la cueva de las tres ventanas en un lugar secreto, fuera de la
vista de los curiosos. Eso era lo más lógico porque el pirata “Manotas” anclaba
su barco a trescientos metros de la cueva de las tres ventanas. Algunos
pescadores del pueblo soñaban con descubrir el tesoro de “Manotas”, pero no se
les ocurrió ir a explorar, porque temieron que el pirata se diera cuenta de su
curiosa codicia y se enojara con ellos. Al resto de la población tampoco se le
pasó por la cabeza ir a investigar qué cosa era exactamente ese tesoro
escondido. Simplemente pensaron que en ese lugar estaba el tesoro, es por eso
que a la cueva de las “tres ventanas” también le decían la cueva del pirata
“Manotas”. Pasaron cinco años y la vida en el puerto “tres ventanas” transcurrió
sin sobresaltos. El pirata tuvo muchos amigos en el pueblo y así vivió muy
feliz. “Manotas” nunca durmió en tierra firme, al final del día se iba a dormir
a su barco, al pirata le encantaba como las olas del mar mecían su sueño. Aquél
lugar era la patria más amada del pirata. Llegado el invierno, en una reunión
del pueblo, un habitante se atrevió a decirle al pirata “Manotas” que quería
conocer su barco por dentro…, el hombre de mar exclamó con fuerte voz: ¡Qué!,
¡conocer mi barco por dentro! … ¿estás seguro? El pirata “Manotas” miró a todos
con los ojos bien abiertos. Y de pronto… una fuerte carcajada salió de su boca,
no cesaba de reír de felicidad, todos se contagiaron de su risa, hasta que por
fin se calmó y les dijo: por supuesto amigos, pueden visitar mi barco, todos
pueden venir, ah pero eso sí, no todos al mismo tiempo porque si no se
hundiría. Desde ese día los pobladores fueron por grupos, Manotas les enseñó
todos los detalles del barco, con excepción del cuarto donde estaban los
poderosos cañones, a ese lugar solo entraba él y sus marineros de confianza
porque era muy peligroso, debido al armamento y la pólvora que Manotas guardaba
en la bodega. Hubo algunas oportunidades en que las reuniones fueron por las
noches, el pirata se ponía muy contento relatando sus aventuras por los siete
mares. En uno de esos relatos el pirata “Manotas” les contó a sus amigos que:
Un día primero de abril, luchó contra un inmenso monstruo que quiso tragar el
barco, fue al amanecer. Luchamos con todo lo que teníamos y logramos capturar
al monstruo, lo arrastramos hasta la costa y lo pusimos en la arena. Con el Sol
y el tiempo el monstruo se fue secando, quedó fosilizado en la arena encima de
la playa a la vista de todos los que viajaban por la costa… En otra oportunidad
la inmensa ola de la noche marina casi hace naufragar mi nave, pasaron siete
horas para que las olas se calmaran. Al amanecer terminamos muy agotados y sin
fuerzas, las olas casi nos hundieron y tal vez hubiésemos desaparecido para
siempre… El pirata siguió con sus relatos, finalmente terminó hablando de las
peripecias y sustos que pasó con los innumerables combates contra los piratas
de la bandera negra y la calavera real… Así es amigos, mi barco y mis marineros
son testigos de éstas aventuras… -y también yo -, dijo su loro “Peco” que
revoloteaba en el hombro del pirata, - claro que sí amigo, respondió “Manotas”
-. Todos estuvieron deslumbrados por los relatos…, de pronto en el calor de la
conversación saltó la pregunta… ¿Y por qué te dicen “Manotas”? … El pirata puso
su cara de extrañeza y suspiró como un niño…, Ah “Manotas”, pues miren mis
manos son muy grandes; cuando era niño mi padre me puso el sobrenombre, pero en
verdad me hice famoso cuando ya era el capitán de mi barco. En una ocasión el
“capitán calavera” y tres piratas negros tuvieron la osadía de subir a mi
barco, para hacerlo suyo. Yo luché con ellos a puño limpio y de un solo
manotazo los arrojé a los cuatro rufianes al mar, ese día comenzó mi fama por
los siete mares y todos se olvidaron de mi nombre verdadero, solo me decían el
pirata “Manotas”. En otra oportunidad un marinero mío estuvo herido y muy
débil, así que tropezó y cayó al mar, al ver el accidente yo no lo pensé dos
veces y me arrojé al mar para ayudarlo, pero para mala suerte mía la sangre
atrajo a dos tiburones que estaban hambrientos. A uno de ellos lo herí en la
boca, pero mi espada se partió en dos, así que tuve que hacer uso de mis manos
para agarrar al segundo tiburón, entonces me trepé en su lomo y lo agarré de la
aleta tan fuerte que logre estrellarlo contra mi barco, los dos feroces
animales huyeron derrotados, fue así como nos liberamos de la muerte… este
hecho y otros más llegaron a los oídos de los hombres de mar y desde ese
momento todos me nombran como el pirata “Manotas”. ¿Y por qué llevas puestos
los guantes de titanio? Ah por una razón muy simple, es para evitar las
mordeduras de los tiburones.
Hubo una vez, un agradable pirata que navegó por los mares del Océano Pacífico. A este hombre de mar le decían “Manotas”, porque tenía dos grandes manos de titanio. Utilizó aquellas manos tan bien, que se pudo decir que había nacido con ellas. “Manotas” recorrió los pueblos más pobres de la costa, buscando el descanso y la paz. Pagaba un precio justo por los víveres y no robaba a los humildes pobladores. Además, colaboraba con los habitantes de la costa, llevando las cargas de alimentos y medicinas que comerciaban entre ellos. Los pobladores, querían tanto al pirata que siempre lo acogían a él y a sus marineros. “Manotas”, fue reconocido por sus acciones solidarias, razón por la cual el gobernante de aquellos territorios, decidió darle un premio por su ayuda y por su protección contra los piratas colorados de la calavera Real. En el día de su cumpleaños, un día martes, el rostro del pirata “Manotas” desbordó de alegría y su corazón latió aprisa. Porque el gobernador de “la ciudad ...

Comentarios